jueves, abril 12, 2007

Viaje sin maletas.


Como describir tantas sensaciones al ver èsa maleta sobre el suelo, de una pequeña y oscura biblioteca .
Abandonada, sucia y con olor a humedad.

Perteneciò a un hombre llamado Pedro , y en su interior estaban sus libros, sus escritos ,porquè no decirlo cuàntos sueños escritos de un mundo mejor ,su billetera con sus documentos arrugados y viejos, donde ha ido no le pediran identificaciòn o cèdula de identidad.

Ya no està , y de su vida queda su entrega , su obra , su quehacer , su amor que derramò.

No sè como llegò esa maleta allì , ni cuando , al abrir la puerta la vì abandonada, olvidada, tirada sobre aquel sucio suelo , la abrì poniendo cuidado ,tratando de ser delicada ,me sentì como escarbàndo en la vida de un muerto que no me ha invitado a pasar .

Podremos reunir dentro de una maleta los libros que màs queremos y algunos poemas escritos cuando nos ataca la nostalgia y el recogimiento , me he quedado pensando ,què colocarìa dentro ?

Si sòlo pudieramos tener una maleta ,no atesorarìamos tanto , sòlo lo escencial .
Me pierdo en mis recuerdos , la figura de mi padre me asalta, recoger cada una de sus cosas, tomarles su olor tan familiar, y ponerlas en una maleta .
Siempre me dijo que lo regalara todo , su ropa y sus pertenencias , fuè muy doloroso , deshacerme de todo aquello ,recuerdo que me hice acompañar por unas amigas .
Y me han quedado sus libros que me acompañan y sus sabias palabras que resuenan cada cierto tiempo dentro de mì.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Katina, es doloroso, sí, recoger las cosas que nos dejan los que ya no está... Un beso, amiga,
V.

Carol Crisosto dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carol Crisosto dijo...

Cuando la ví estuve a punto de decirte que me recordó a tu padre, te acuerdas que una vez nos pusimos a leer su libreta de apuntes y nos metimos al cuarto de cosas antiguas que el guardaba, me encantó estar ahí.
De repente no sea tan extraño relacionarles, quizás el hecho que se conocieran puede darnos más indicios, perdón puede a ti aclarate algunas cosas. Habria que saber más de Pedro.

Cariños de niña vieja

Katina dijo...

El Poeta:Siempre es doloroso enfrentarse asì con lo que nos deja alguien que ya se ha ido , uno se pone a pensar como terminaremos nosotros.Gracias por tu beso, otro para tì.

Carolonline: Asì fuè ,acertaste , se me vinieron un montòn de imàgenes a mi mente de esos momentos cuando mi padre partiò.
Sentì mucha pena ,una pena egoista de querer tenerlo conmigo aùn , pero no se puede todos tenemos nuestro tiempo aquì.
Cariños.

ella dijo...

Yo soy de las que creo que tenemos que dejarles ir, y recordarles libres de "cosas"
A mi me sobraría la maleta entera, no me ato a mas que a los quereres, lo aprendí siendo una niña y ya no acumulo nada.
Un fuerte abrazo

Gerardo Omaña Márquez dijo...

15 abril 2007
RECUERDOS DE MI INFANCIA
En el aire se conjuga el color y olor de la mañana, y un jardín nos deleita bajo la sombra de las nubes.
Allí despierta la casa en el frescor del día, con ajetreos y cantos, y también con mil quietudes.

Era un despertar de alegre campo con la brisa tornando en las ventanas, con el agua corriendo entre las piedras en el torrente suave de quebradas.

Con los pájaros saltando de sus nidos y los peones marchando a sus quehaceres, con la luz de aquel sol desprevenido sobre la espalda y manos de hombres y deberes.


Recuerdo el patio de mi infancia con jazmines, muy cerca del camino donde mi abuelo llegaba con su caballo y enjalme, con sudor de los trajines.

A mi madre caminando en la sombra y corredores, con mi fresca inocencia de las noches y sus terribles momentos sin amores.

Era una casa de aleros, de empedrados, de ladrillos, de oscuridad y de miedos. Con canto y grillos siniestros, con estrellas y luceros.

Era de paz, de angustia, de tormentos; y de silencios que tibios se transformaron en miedos.

Una casa solariega en un cruzar de caminos, donde había huertas y frutos, muchos frutos de lechosas, naranjos y mandarinos.
Un potreo y muchas vacas, caminos de vecindad, caminos de gente alegre que bajan para comprar.
Los domingos era fiesta. Toda la gente bajaba,
y se llenaba el camino y se llenaba el corral, y se llenaba de cestas los corredores y el patio, y los perfumes molestos se esparcían por el lugar.

Todos marchaban a misa, y en la casa, soledad.
Y un silencio con la espera se mitigaba en la brisa, cuando de pronto un murmullo a la hora y en la mesa se aprestaban a almorzar.

Luego partían con aperos, con canastas y sombreros,
serpenteaban el camino que bordeaba la quebrada con sus sobrillas de trapo, con caballos y talegos. Con su adiós de vuelvo pronto, con su adiós de un hasta luego.

Recuerdo siempre las noches cuando los grillos cantaban entretejiendo un quejido que prolongaba el silencio, un silencio que arañaba, que entrecortaba el suspiro y el pensamiento cortaba


A la mañana siguiente el aire se juntaba con el sol y con las sombras, con ajetreos y quietudes, con el agua corriendo entre las piedras, con los pájaros saltando de sus nidos, con los hombres marchando a sus quehaceres bajo la luz de aquel sol desprevenido.

Recibe un beso en tu alma.